El Presidente ha otorgado 7 meses para que el Ministro del Interior tenga creado el nuevo Ministerio encargado de la Seguridad Pública. Tarea titánica si tomamos en cuenta que la Concertación no pudo hacer cambios fundamentales en dos décadas. Pero aún más complejo es el hecho que la actual propuesta de ley en debate parlamentario es reconocida como insuficiente, cuando no directamente inadecuada.
El acuerdo político firmado en el gobierno de Bachelet y la oposición tenía entre sus puntos claves la creación del Ministerio. El acuerdo funcionó como espada de doble filo, por un lado apurando el proceso y supuestamente asegurando los votos. Pero por otro lado, limitando el debate más profundo y las consideraciones técnicas pertinentes. La promesa de la Presidenta no se concretó, dejando la creación de esta institucionalidad para el gobierno actual.
El gobierno ha dado claras señales de interés y responsabilidad en la tarea de crear una institucionalidad que verdaderamente pueda hacerse responsable de la problemática. Pero los tiempos políticos juegan en contra por que la debilidad de la propuesta en debate es profunda y el crecimiento exponencial, desarticulado y discursivo del Ministerio del Interior no sería bueno para nadie.
Adicionalmente, la creación del Ministerio de Desarrollo Social que debería, tener entre sus facultades de ejecución los programas vinculados con prevención primaria como el trabajo con jóvenes en protección social del SENAME establece un necesario escenario de coordinación. Finalmente el Presidente ha declarado también que avanzará en el aumento de la dotación policial en ambas instituciones así como en la inversión pública para mejorar su infraestructura. Respondiendo así a una demanda ciudadana e institucional sobre déficits históricos que permitan aumentar la capacidad de prevención y control del delito. Pero, ¿cómo se evaluará el eficacia y eficiencia de esta inversión? Con la propuesta actual de organización del Ministerio de Interior y Seguridad Pública, este es uno de los temas que queda en un espacio gris.
Pero no es el único, la creación de una subsecretaria de prevención y rehabilitación con limitadas o casi nulas capacidades de intervención sobre los programas que se realizan en dichas áreas pondrá rápidamente entredicho su efectividad y podría potenciar un árido y poco productivo debate político sobre la delincuencia.
Pero no es el único, la creación de una subsecretaria de prevención y rehabilitación con limitadas o casi nulas capacidades de intervención sobre los programas que se realizan en dichas áreas pondrá rápidamente entredicho su efectividad y podría potenciar un árido y poco productivo debate político sobre la delincuencia.
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