lunes, 11 de abril de 2011

Inseguridad 2.0. Buena tendencia, buenas noticias y grandes desafíos

El día de hoy se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana en su séptima toma correspondiente al año 2010.  Este solo hecho es ya positivo debido al compromiso de Estado (en varios gobiernos) para avanzar con el sistemas de información que nos permiten conocer mejor una problemática que nos sigue preocupando a todos.  La encuesta no resuelve todas las dudas sobre la criminalidad pero nos permite acercarnos bastante a la magnitud del fenómeno, su distribución territorial, el accionar institucional y la percepción ciudadana.


En este sentido los datos entregados hoy son muy buenos. Si bien queda un tiempo necesario para revisar las bases de datos que permitan análisis más finos sobre las temáticas que se plantean brevemente en la presentación del INE, es imposible ocultar que el resultado es bastante positivo.  Pero antes que los datos de hoy, no hay que olvidar el contexto, es decir que se enmarcan en una tendencia de mejora de la situación de la seguridad en los últimos años que sin duda aporta significativamente al avance del último año. El contexto es relevante pero los resultados avanzar en afianzar la tendencia, consolidar procesos y cambiar situaciones que se pensaron eran de difícil modificación como el alto nivel de temor del ciudadano.

Ahora si, los datos. En el último año los hogares victimizadas se redujeron en 15.9%, es decir más de 222 mil hogares menos respecto al total encontrado sólo un año antes . Durante el 2011 el 28.2% de los hogares en Chile fue víctima de algún delito, cifra bastante inferior al 38,3%  que se encontró en el año 2005.   Esta es una buena noticia para todos y no puede ser menoscabada. Los motivos de esta disminución son múltiples y no se pueden identificar con especificidad pero la tendencia y los niveles de disminución reclaman  por un mayor conocimiento del impacto diferencial de las iniciativas.

Prácticamente todos los delitos consultados mostraron un declive en el periodo analizado pero con especial énfasis en el robo por sorpresa lo que podría empezar a dar luces sobre la relevancia de los programas de autoprotección ciudadana (para evitar robos de celulares u otros) así como la disuasión que ejerce la presencia policial.  La distribución territorial de la presencia de criminalidad presenta complejidades en la interpretación de aquellas regiones donde la victimización presenta niveles significativamente más altos que el promedio como Tarapaca, Antogasta y Bio Bio.

Si en la interpretación de los datos de victimización quedan muchas preguntas abiertas, los cambios en términos de percepción ciudadanas son casi inéditos en el mundo. En pocos países se ha visto un cambio tan afirmado respecto a la percepción ciudadana de inseguridad. Si bien aún en niveles altos ya que el 59.6% de los ciudadanos cree que la delincuencia creció en el país cuando en realidad los mismos datos demuestran una baja más que considerable, la caída de la sensación de inseguridad se percibe en todos los indicadores. Somos menos los que creemos que seremos víctimas, menos los que expresan niveles de inseguridad caminando en sus barrios  y muchos menos los que creen que la delincuencia aumentó en sus barrios.

¿Qué ha pasado? Presencia comunicacional del gobierno, respuestas de mano firme, disuasión, mayor presencia policial, medios de comunicación menos pendientes del tema, desarrollo de programas sociales, mejor coordinación,  más efectividad de la justicia, organización ciudadana, el número de alternativas es infinito.  Si se puede afirmar que los datos permiten abrir una ventana de oportunidad para pasar a una política de seguridad 2.0 que avance centralmente en propuestas de protección social, cohesión social y medidas de largo plazo dejando de lado las respuestas vinculadas únicamente al control y la presencia policial. Los datos son positivos y por esto se puede abrir un debate serio sobre oportunidades e igualdad para enfrentar el problema desde su raíz.

Evaluación de las iniciativas en desarrollo es clave para entender mejor las tendencias y sus cambios pero aún más urgente es la generación de una apuesta país por programas que con efectiva focalización puedan seguir avanzando en la disminución de la problemática. Programas que no serán de control o vigilancia sino más bien de mayores oportunidades de educación y empleo para los más de 600 mil jóvenes que en este momento no trabajan ni estudian y que podrían ver en la delincuencia una salida en el mediano plazo.

Fuente: http://blog.latercera.com/blog/ldammert/entry/inseguridad_2_0_buena_tendencia

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